lunes, 28 de septiembre de 2009

Extracto de una Carta para el viejo, su vieja y el reencuentro

Le Cuento
Me agarraron de un ala y me llevaron a viluco, a ver a mi abuela. Por la autopista era todo tan extraño, llegó un momento, en un tramo absolutamente rural que no se veía casi nada... iba fascinada, sólo sombras de árboles y cerros, y a lo lejos los vapores de industrias extrañas. No sé. Sentía de nuevo el pecho apretado, las manos heladas y los ojos de papel. Un cielo cubierto por muchas estrellas y la luna tan bajo como para sacarle una mascada. Mi papá quejándose de dolores nerviosos y mi mamá tratando de cambiarle el tema, preguntando cualquier cosa como para distraerlo, para luego recibir una repuesta más nerviosa aún. Pero es comprensible.
Llegamos a la casa de siempre, con los miles de perros de siempre, con las mismas personas de siempre. y afuera, en el patio, bajo un pino, el mismo olor de siempre. nada cambia en ese lugar. es como eterno, como claroscuro, como triste pero feliz, un poco ambiguo. un poco de todo.
entramos a la casa, saludos, abrazos y besos, y todas esas cosas. añadir el "con harta fuerza no más" a todas las frases porque es como la autoafirmación de que somos capaces de soportar aquello que sabíamos que era lo más seguro y que ahora nos negamos a aceptar. es normal, pero de todas formas resulta extraño.
la mesa,es mesa de siempre también, tenía una sorpresa para mi: Crisantemos, mis flores. quizás porque me gustan tanto, no sé. pero me produjo algo extraño. las miré un largo rato después de haber salido de la pieza de mi abuela. 88 años. a mi siempre me decían que era igual a ella. yo les encontraba razón, me parezco harto. pero aquel diagnóstico, el que me habían indicado en la mañana, no calzaba con la imagen que yo tenía en frente.
"¿en coma?", me dije en silencio y con la mirada fija. no parecía más que mi mamita durmiendo, descansando de un muy agotador día de trabajo, masticaba el aire y con la boca compungida tapaba su propia nariz. sus ojos cerrados suavemente no parecían tener una luz al frente ni nada de aquello de lo que se habla. ni el túnel ni nada. pero lo que parece no es necesariamente lo que es. ¿No cree?

más tarde comenzó el ir y venir de personajes. mis tías que no habían dormido durante varias noches aprovecharon la visita de su cuñada para ir a descansar. estábamos alrededor de cinco personas alrededor de la camilla cuando llegó mi prima, que había viajado a España hace unos días. traía fotos, "suovenirs" y euros de chocolate.dejo las postales encima de la camilla, encima de mi abuela y no pude evitar recogerme, ausentarme estando en el mismo lugar.
recordé a la Reina de Rivera Letelier...deseé que no pasaran muchos días más. si no, el dolor se transformaría en acostumbramiento. y esa idea, aunque puede ser beneficiosa, no me gustaba.
no quise pensar más, sólo miraba a mi abuela que a veces abría los ojos, y luego los cerraba sin más. el suero goteaba lento y se veía pegajoso...

recordaba a cada momento todos los viejitos que vi durante el día, todos esos viejitos que me fascinan todos los días..

luego tan sólo un beso en la frente rodeada por un pañuelo del color de una frutal granada, más sin el característico ácido sabor. sólo dulce, dulce...

y nos fuimos, no sabe que raro me resulta todo esto, pero no me incomoda. recuerdo los crisantemos, blancos y amarillos. (entre-nos, me gustan más los amarillos), el florero, el olor a brasero, la ropa muy planchada, los perros ladrando, los colores apagándose detrás de la luz de la velocidad que me llevaba amarrada a un cómodo asiento, al lado de mi padre, que no comentaba más que las curiosidades del camino, el nombre del joven del peaje y el montón de animitas de Hans Pozo...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Pidén

Traías el viento a la espalda
y tus manos dudosas y frías, traían tímidas ideas de libertad
Tus pasos dejaban huellas oscuras en el tibio camino de finales de septiembre
huellas de un silencioso cantar
No era preciso saber que sentías
cuando la dorada hora de la tarde cayó intempestiva sobre tus nevados pensamientos
sería acaso una mala historia de amor
una vieja cuerda oxidada que zumbaba en tus oídos
o un tambor que retumbaba en tu corazón por sentirte en tierra ajena
sería algo de eso lo que detenía tu caminar cuando el pidén oscuro te evitaba al oír tus pasos acercarse arrastrándose,
suplicandole que te llevara en sus negras alas a ese cielo desconocido que tanto ansiamos los hombres
Pero no eras tú quien le asustaba, ni tus pasos de triste hombre cegado por las ideas
era tu compañía
cuando venias, con esa loca manía de canturrear, aunque mal sonara, melodías que hasta dios, en sus momentos más plenos,
no lograba recordar

¿Dónde estás, pidén oscuro? ¡llévame a tu humedal! Mil veces te canto y mil veces te vas
Mis ilusiones te llevas en las alas

el sol ya no calentaba y de las aguas y el pasto, el milagro esperabas
que saliera el ave y de ella colgada vinieran los arrabales
sucios arrabales que limitan tus sueños
en eso pensabas mientras cantabas
y yo lo sabía por tu cara
sonrisal te decía cuando las palabras nos unían
ahora, por la distancia, no te podía hablar
cara a cara
aunque
sabes lo que te diría viendote ahi parado
frente a frente con la soledad
con el viento que ya no te sobaba la espalda
si no que te daba vueltas entero
como trompo, como trompo
y en tu girar, apareció el pidén, a verte bailar
ya no se ocultaba en el maizal
ya no se arrancaba.
ya no te temía
ya no le asustabas
ya no habia razón para no llevarte a volar

- Negro, oscuro Pidén
que me acompañas, pero no me dejas tus ojos mirar

- Soy tímido, no me exijas, deja que el tiempo, en mis alas, te pueda mostrar
luego veremos si esto da para más que un largo viaje...
mientras, veamos juntos si tus sueños tienen un final...