jueves, 24 de diciembre de 2009

jueves, 10 de diciembre de 2009

Pequeño

Se suicidó el pequeño.

No lo conocía muy de cerca. Nunca hablé con él más allá de un saludo de cortesía cuando lo veía en el huerto de acelgas que tenía con mi papi. Era extraño saludarle. Con la más afable de mis sonrisas esperaba la misma respuesta luego del buenos días-tardes-noches. Pero nunca lo hizo. Siempre fue una especie de estupefacción, como de no saber como responder. Pequeño, moreno, ojotas, chupalla y arrugas en el rostro curtido por el sol de quizá cuantos veranos en el campo.

No sé bien que sentir.


martes, 1 de diciembre de 2009

La Soledad

allá va la soledad
vino por lana
y salió trasquilá

vino por lana
lana por leche
leche por fruta
fruta por pan
pan por harina
harina tostá
harina con vino

¿y la soledad?...

la soledad se fue tomando chupilca...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

CARNE

Puedes vaciar mis ubres cada día,
después de tener un hijo al que
comerás sin piedad, pero con aliños.
Lo destriparás bajo el alero
de tu fuerza superior, de tu derecho;
me ultrajarás bajo la sombra de tu pasado
y tu reinventada cultura.
Come mi CARNE, con ganas,
pues en ella va toda mi venganza.
Come mi CARNE, con ganas,
pues en ella deposito todo
el odio que dejaste
al enterrar en mi,
las garras que te inventaste.

lunes, 26 de octubre de 2009

Algo con el Azar

Una especie de cambio que no busco entender
ni aunque pudiera;
se gesta en tus manos cuando la luz ya no puede girar entre ellas
y sus tentáculos de apacibles y lentos movimientos
deciden un secreto en la nada guardar
ahí donde se esconde la tenue paz
del silencio
la oscuridad, la incertidumbre
la ambigüedad del mundo
concentrada en la palma de tu mano
y en la palma de tu otra mano
concentrado el cielo
también oscuro
y ambiguo.
como digo;
algo que no busco entender
pero si tragar



Ahora para ti soy de electrones
y tú para mi eres lo mismo
intocable
lejano
te guardaste en tus manos,
en la oscuridad ambigua
eres el secreto indecible que me aleja de la vida
ahí mismo tan dentro de ella
ahí donde las palabras mal dichas,
las caras mal puestas,
los soles apagados y tantas otras cosas que hicimos
sin querer queriendo
nos sumergieron.




No somos de esas plantas japonesas
donde se detienen los sapos japoneses
en su jardín japonés. -Nunca fuimos al San Cristóbal juntos-
Nosotros si nos sumergimos
y podría ser bello
si algo de eso que hablamos hubiese cambiado
pero estamos tan convecidos
y somos tan brutos
que la poesía no podrá hacer nada
a lo mejor una canción;
lo malo es que nuestros problemas son de razón,
no de sentimiento.

Ahora eres para mi
desierto y campo de hielo
sur
porque nos gusta el sur
y somos un poco fríos, a veces.
y desierto
porque eres tan vasto
y creo que yo soy más espada,
copa u oro, pero no vasto.
y menos reina, soy algo más caballo
¿sota? Da lo mismo, pero no de vastos

Hay un movimiento imperceptible
algo que sólo deja en claro
el brillo de los ojos
y las sonrisas
miro y miro
y no sé que pensar
ni menos que concluir.
No sé que concluir.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Extracto de una Carta para el viejo, su vieja y el reencuentro

Le Cuento
Me agarraron de un ala y me llevaron a viluco, a ver a mi abuela. Por la autopista era todo tan extraño, llegó un momento, en un tramo absolutamente rural que no se veía casi nada... iba fascinada, sólo sombras de árboles y cerros, y a lo lejos los vapores de industrias extrañas. No sé. Sentía de nuevo el pecho apretado, las manos heladas y los ojos de papel. Un cielo cubierto por muchas estrellas y la luna tan bajo como para sacarle una mascada. Mi papá quejándose de dolores nerviosos y mi mamá tratando de cambiarle el tema, preguntando cualquier cosa como para distraerlo, para luego recibir una repuesta más nerviosa aún. Pero es comprensible.
Llegamos a la casa de siempre, con los miles de perros de siempre, con las mismas personas de siempre. y afuera, en el patio, bajo un pino, el mismo olor de siempre. nada cambia en ese lugar. es como eterno, como claroscuro, como triste pero feliz, un poco ambiguo. un poco de todo.
entramos a la casa, saludos, abrazos y besos, y todas esas cosas. añadir el "con harta fuerza no más" a todas las frases porque es como la autoafirmación de que somos capaces de soportar aquello que sabíamos que era lo más seguro y que ahora nos negamos a aceptar. es normal, pero de todas formas resulta extraño.
la mesa,es mesa de siempre también, tenía una sorpresa para mi: Crisantemos, mis flores. quizás porque me gustan tanto, no sé. pero me produjo algo extraño. las miré un largo rato después de haber salido de la pieza de mi abuela. 88 años. a mi siempre me decían que era igual a ella. yo les encontraba razón, me parezco harto. pero aquel diagnóstico, el que me habían indicado en la mañana, no calzaba con la imagen que yo tenía en frente.
"¿en coma?", me dije en silencio y con la mirada fija. no parecía más que mi mamita durmiendo, descansando de un muy agotador día de trabajo, masticaba el aire y con la boca compungida tapaba su propia nariz. sus ojos cerrados suavemente no parecían tener una luz al frente ni nada de aquello de lo que se habla. ni el túnel ni nada. pero lo que parece no es necesariamente lo que es. ¿No cree?

más tarde comenzó el ir y venir de personajes. mis tías que no habían dormido durante varias noches aprovecharon la visita de su cuñada para ir a descansar. estábamos alrededor de cinco personas alrededor de la camilla cuando llegó mi prima, que había viajado a España hace unos días. traía fotos, "suovenirs" y euros de chocolate.dejo las postales encima de la camilla, encima de mi abuela y no pude evitar recogerme, ausentarme estando en el mismo lugar.
recordé a la Reina de Rivera Letelier...deseé que no pasaran muchos días más. si no, el dolor se transformaría en acostumbramiento. y esa idea, aunque puede ser beneficiosa, no me gustaba.
no quise pensar más, sólo miraba a mi abuela que a veces abría los ojos, y luego los cerraba sin más. el suero goteaba lento y se veía pegajoso...

recordaba a cada momento todos los viejitos que vi durante el día, todos esos viejitos que me fascinan todos los días..

luego tan sólo un beso en la frente rodeada por un pañuelo del color de una frutal granada, más sin el característico ácido sabor. sólo dulce, dulce...

y nos fuimos, no sabe que raro me resulta todo esto, pero no me incomoda. recuerdo los crisantemos, blancos y amarillos. (entre-nos, me gustan más los amarillos), el florero, el olor a brasero, la ropa muy planchada, los perros ladrando, los colores apagándose detrás de la luz de la velocidad que me llevaba amarrada a un cómodo asiento, al lado de mi padre, que no comentaba más que las curiosidades del camino, el nombre del joven del peaje y el montón de animitas de Hans Pozo...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Pidén

Traías el viento a la espalda
y tus manos dudosas y frías, traían tímidas ideas de libertad
Tus pasos dejaban huellas oscuras en el tibio camino de finales de septiembre
huellas de un silencioso cantar
No era preciso saber que sentías
cuando la dorada hora de la tarde cayó intempestiva sobre tus nevados pensamientos
sería acaso una mala historia de amor
una vieja cuerda oxidada que zumbaba en tus oídos
o un tambor que retumbaba en tu corazón por sentirte en tierra ajena
sería algo de eso lo que detenía tu caminar cuando el pidén oscuro te evitaba al oír tus pasos acercarse arrastrándose,
suplicandole que te llevara en sus negras alas a ese cielo desconocido que tanto ansiamos los hombres
Pero no eras tú quien le asustaba, ni tus pasos de triste hombre cegado por las ideas
era tu compañía
cuando venias, con esa loca manía de canturrear, aunque mal sonara, melodías que hasta dios, en sus momentos más plenos,
no lograba recordar

¿Dónde estás, pidén oscuro? ¡llévame a tu humedal! Mil veces te canto y mil veces te vas
Mis ilusiones te llevas en las alas

el sol ya no calentaba y de las aguas y el pasto, el milagro esperabas
que saliera el ave y de ella colgada vinieran los arrabales
sucios arrabales que limitan tus sueños
en eso pensabas mientras cantabas
y yo lo sabía por tu cara
sonrisal te decía cuando las palabras nos unían
ahora, por la distancia, no te podía hablar
cara a cara
aunque
sabes lo que te diría viendote ahi parado
frente a frente con la soledad
con el viento que ya no te sobaba la espalda
si no que te daba vueltas entero
como trompo, como trompo
y en tu girar, apareció el pidén, a verte bailar
ya no se ocultaba en el maizal
ya no se arrancaba.
ya no te temía
ya no le asustabas
ya no habia razón para no llevarte a volar

- Negro, oscuro Pidén
que me acompañas, pero no me dejas tus ojos mirar

- Soy tímido, no me exijas, deja que el tiempo, en mis alas, te pueda mostrar
luego veremos si esto da para más que un largo viaje...
mientras, veamos juntos si tus sueños tienen un final...

jueves, 16 de julio de 2009

Autorretrato

No podía creerlo. Había visto un hombre exactamente igual a él en mitad de la calle y nadie más se había dado cuenta del horroroso parecido. En el instante en que puso los pies en la berma abandonó en la acera la capacidad de caminar tranquilo, para siempre.
Al momento de cruzar la calle, observando como siempre el monito verde que le hacía señas para que avanzara, trastabilló en su primer paso descendente, lo que le hizo bajar la mirada a sus pies, fijarse en sus zapatos siempre bien lustrados, para luego levantar la vista, dar un rápido y breve vistazo a su alrededor y verificar que nadie hubiese retenido su tropiezo en una carcajada sádica y burlesca. Por suerte para su cuidado honor virgen nadie prestó atención, así que siguió.

Fijó su vista al frente para seguir su camino y sucumbió para siempre en la locura.

Ante sí encontró aquel ser que por las mañanas le enfrentaba mientras se lavaba y que luego asentía y aprobaba la intachable limpieza de sus pequeños dientes.
Le quedó mirando perplejo en mitad de la calle, sintiendo la eternidad en sus miembros inmóviles, mientras las míseras milésimas de segundo le daban vuelta la cabeza y el curso de la vida.
El otro, el desconocido intruso apenas le vio, lo miró de frente, lo midió, lo pesó. Vio sus ojos de ciervo asustado, su pequeña nariz aleteando agitada por la sorpresa, la boca cerrada hermética, con angustia. Vio aquel hombre que después de un tropiezo levantó la vista y asustado le quedó mirando a la cara, perplejo, como exigiendo una explicación para la que no había tiempo. El otro simplemente le sonrió.

El uno, ciervo asustado frente al tigre del ego herido, a duras penas logró cruzar la calle, como si ya no hubiera más mundo que el del hombre y él. Ése hombre y él.

Ya más seguro en la vereda, buscó en sus bolsillos algún espejo, desesperado, aún sabiendo que ni por casualidad tendría uno.
Caminaba casi trotando, completamente abatido buscaba en las vitrinas su reflejo, "ése hombre", su perdición.
Pero no le encontraba. O había mucha sombra, o el sol le cegaba, o simplemente su irritado accionar le impedía ver su figura reflejada en los cristales.
Mientras corría buscando sin rumbo, recordaba asustado el rostro del otro, su propio rostro.
Sus ojos como pepas de uva, demasiado expresivos.
Su nariz. Pequeña, respingada, como si siempre olfateara algo que está muy lejos.
Su boca, esa boca perfecta. acompañada y sostenida por una almohadilla de vellos castaños. Barba de jovencito, mas sin la compañía del bigote.

- "No me lo dejaré hasta que no me salga como a un hombre"- dijo alguna vez. Ahora ya no se acordaba de eso. Estaba ocupado buscándole, buscándose.

Al fin encontró un baño público, que a pesar de su nombre, cobraba a los hombres agitados por la casualidad. Buscó desesperado unas monedas en los bolsillos, que se escondían a toda costa para evitar la tragedia. Al cabo, y contra su voluntad, las monedas fueron entregadas a unas manos cubiertas por un guante.
Corrió presuroso por el pasillo de blancos azulejos, completamente blancos. Llegó a un salón más amplio, buscó con la mirada, y al fondo de la habitación vislumbró su ansiado reflejo.

Se acercó. Se midió. Se pesó.

Se miró a los ojos, vio el vacío que de sí reflejaba y perdió la cordura por completo. Su reflejo había comenzado a transformarse y ahora reía, reía a carcajadas estruendosas y a la vez lloraba, lloraba de dolor.
Comenzó a correr desesperado dentro del salón. Entró a un cubículo, y en la transparencia vio nuevamente su reflejo, que ésta vez extrañamente tenía una expresión distinta, que de cierta forma lo tranquilizó y le hizo recordar el encuentro.

El otro observó al uno sin mayor temor. Un poco sorprendido por el azar genético y geográfico que le había llevado a tan extraordinaria situación, mas no le dio mayor importancia.

- "Debe ser el tiempo no-lineal y las vidas paralelas que me están jugando una mala pasada" -pensó. Y siguió su camino. Iba un poco tarde al trabajo porque se había quedado jugando con la perra de la vecina .
Nunca más se acordó de aquel incidente.

El uno, arrodillado, miraba su reflejo en el agua que denotaba en su extraña y ambivalente expresión, que su felicidad ya no estaba en la risa, ni su tristeza en el llanto. Miró con tanta fuerza sus propios ojos, que comprendió el despotismo de la raza humana y halló la solución. Miró y comprendió que lo que veía en sí, ahora, nadie más lo haría jamás.

Se acercó y se besó a sí mismo. Se acercó tanto, que sus respiraciones se hicieron una, lejos de ese lugar.

viernes, 22 de mayo de 2009

Nefasto y Cruel


¿Te has desecho alguna vez de todo el aire que hay en tus pulmones?
esas almohadillas tibias de lóbrega vida, incesante e inconsciente a pesar de cualquier intento de muerte voluntaria, más allá del mecanismo oculto del que pende la vida.
lejos del dominio, del poder que ejerce el ego innato del cuerpo, nefasto dueño de la física que asumimos como verdad absoluta, indomable, abominable, lejano, grande, chico, torpe, cruel , a veces innecesario, a veces demasiado limitado, a veces nada.
respirar y sentir el olor del papel quemado. asumir una idea como errónea, como oscura,
como principio de mal , o de bien. ¿quien rayos sabe?
Podría yo saberlo si me lo permitiese yo misma. el caballo, la piedra, el puente, la ballena, el caracol llamado Osvaldo, el gato, el árbol, el hombre, la triste historia de frustración inventada y el papel de víctima que a veces juego, aún sin querer. Podría yo saberlo si todo esto, y mucho más me dejara conjurar mi propia verdad, lejos de todo preámbulo inventado por el ego, nefasto y cruel, que domina, ¡Maldición!, todos los seres que soy.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Bolsas con nueces

Una caja con bolsitas re-llenas de nueces. Nueces, almendras, pasas y algo que parecía maní. No sé porqué, en ellas, las nueces, había un olor a jazmín. Me recorrió el cuerpo un tibio temblor de inquietud. Busqué unas monedas en mis bolsillos mientras con un poco de perturbación penosa dije:

-¿Cuánto cuestan las nueces?

- …cien pesos…- me respondió y la tristeza más profunda de sus palabras, que reflejaban el esfuerzo infructuoso de toda una vida, me traspasó hasta la membrana más gruesa y profunda de lo más escondido de mi corazón.

Le pasé la moneda y esperé un poco a ver si me pasaba la bolsita. Después de unos breves segundos y sin levantar la vista sacudió un poco la caja. Asumí que debía tomarla yo, agarré la primera que vi, y le agradecí muy sinceramente.

Me quedé mirándolo un largo rato. Era de esos viejitos que parecen haber sobrevivido a las penurias del universo en una corta vida (como es la de los humanos), pero que aún así continúan, hasta las últimas. No era para nada un vagabundo. Parecía de esos padres de familia pobre que hacen de todo por sus hijos. Vestía pantalones de tela café, una camisa color salmón con delgadísimas líneas blancas, un sombrero de ala corta gastado por el inminente paso de los años y una chaqueta, del mismo color del pantalón, que llevaba en el brazo mismo que llevaba la caja de cartón.

Me hizo recordar al viejo coronel de García Márquez…

No dejaba de pensar en él. En su brazo que tiritaba, probablemente por tener la caja levantada. En el sombrero que escondía su rostro. En aquella casa que supongo intentaba sustentar con sus frutos secos. Aquella en que le costaría tanto abrir la puerta por la vergüenza de no haber vendido todas las bolsitas (pues sí que debe ser difícil venderlas). La impotencia que debe sentir de ya no tener fuerzas.

El paradero estaba lleno, pero nadie compraba. Se paró del asiento que ocupaba, se arregló un poco el sombrero, dio media vuelta y se fue. Me estremecí un poco. Quería hablarle, pero mi timidez y esa cosa extraña que me provocan algunas personas no me dejaba. Yo no quería que se fuera, quería saber de él. Quería comprarle todas las bolsas, pero no tenía plata. Quería que me dijera que estaba orgulloso de sus hijos, quería que me dijera que amaba a su esposa… quería que todo que aquello que yo me había imaginado, fuera sólo eso, simple imaginación. Mas no sé porqué, sentía la triste certeza de que todo era verdad.

Me adelanté unos pasos para seguirle con la mirada aunque fuera. Sus pasos eran cortos y lentos, pero avanzaba seguro. Yo lo veía tan frágil, un poco sin rumbo, en medio de tanta gente… cada uno en su mundo.

Me pareció escuchar que gritaban F12, así que me distraje un poco para mirar si venía la micro…pensaba seguirle, pero mi decisión fue tardía, el señor ya no estaba. Caminaba más rápido de lo que yo creía. Y se me había escapado. Ahora lo único que tengo es una pequeña bolsa con nueces y un leve olor a jazmín que se va con el aire, como la vida.

lunes, 20 de abril de 2009

No se trata de nada




Claro, no se trata de nada.
Es sentarse, caer de espaldas y dejar los pies colgando,
nada más.
Dejar, también, que los párpados caigan hacia atrás
y en la profunda cavidad retinal dejar
caer
(Curioso, todo "dejar caer") la eternidad, la oscuridad
luminosa de la noche, esos
ojos de asombro que son
ese satélite y ese astro
único, ahí parados, como
si nada, ellos, kínicos.
Mientras en mi dentror
no hay más que ellos y unos
pocos acordes neilyoungnianos...
¡Terrible!
...pero no sé
ultimamente todo me parece terrible
lo hermoso, lo loco, lo terrible,
lo obvio, lo feo, lo macanudo,
lo ebrio, lo catastrófico, lo perro,
lo sobrio, lo osvaldo, lo lento,
lo casual, lo mudo,
lo azaroso...
pero no terrible de terrible.
y el olor a caca de vaca y
el pasto en el pelo.
un par de gata-stróficos animalillos
jugando entre el sucio abrigo
y rio
como loca y se me salen las lágrimas
jajaja, gato hueón,
se me escapó,
y ya no juega el desgraciao`
y se duerme
loco, me salvaste la vida que no
corria peligro.
ni quería ser salvada.
bueno, los eternos vapores,
allá arriba, que no se aquietan,
nunca, así, que no dejan que ese ojo gigante
de bigotes brille tranquilo

y a cada rato parece más
un ojo de lineas rojas
drogado, que loco
y siempre digo eso, que loco.

me sentía tan compungida,
complicada, encerrada, medio
loca, llorona e irritable,
odiosa la perla.
y de repente con un par de gatos,
un abrigo apestoso, pasto en el pelo,
pies colgando y todo dejándose caer,
desaparecí, quieta, desaparecí...

lunes, 13 de abril de 2009

despacio...despacio...d e s p a c iiii oo




Caminando despacio, sin apuros,
con pies de espuma,
deshaciéndose en cada paso
en el suelo.
Tierra y espuma,
espuma y tierra...
partículas ínfimas, infinitas
mezclando naturalezas, también ínfimas.

Se diluía la voz cantante
en el espacio etéreo,
ese aire azul,
denso, pero tan libre,
casi acuoso...
¡ y la voz! en gritos
cuajaba frente a la boca,
esa boca en un rostro
ese rostro en la cabeza
pegada al cuello; el cuello al cuerpo...
y en ese cuerpo, esos pies que seguían avanzando:
¡Adelante!
por lo que la boca, finalmente,
volvia a tragar sus palabras,
cuajadas, densas,
al frente
en ese aire azul y denso.
volvió a cantar, porque le
era tan inevitable como seguir caminando.

De modo que eternamente
siguió tragándose sus palabras,
sus notas, su belcanto.

y no se detenía,
porque el tiempo, a pesar de ser tiempo,
caminaba a su lado, y la
verdad, no era muy significante.

...pobre tiempo...

Amaba a los hombres,
por eso se pasaba "siempre" a su lado,
atormentándoles.
Pero eso no era su culpa, son los
hombres los cobardes, que ante la
inminencia del tiempo,
salen arrancando.

Entonces...
Siguieron sus pies deshaciéndose,
sus manos hablando, su voz cantando,
sus días volando, casi ausentes,
como si nada.
Era todo tan mágico
Irreal, ¿Ideal?
-Suenan parecido-
pero a la vez esa magia
era cotidiana.
la luz, la espuma
que cambia a cada centimetro/segundo
era siempre.
es siempre.
(recuerda que el tiempo sigue presente, a tu lado)
era siempre.

jueves, 19 de marzo de 2009

Piano-man-o!!!


Sus dedos parecían los de una mano muerta, dejándose caer, incipientes en el fondo blanqui-negro sonoro, dando agresivos martillazos; ora tranquilos, otrora impasibles.
su mano derecha caía repentina, suave, melancólica rompiendo en el extremo redondas y perfectas burbujas de cristal , tan breves que se ahogaban en un grito apenas perceptible por el profundo galopar de la mano izquierda que un poco se desesperaba, impaciente ante la aguda resignación de su compañera.



...Luego el silencio repentino, como si una copa hubiese caído justo a sus espaldas. Se levantan asustadas, no hallando donde posarse; Si. era el silencio que se acomodaba un momento.
Vuelven, entonces, indiferentes, a caer la decena de alargados tentáculos a registrarse en ese plano tan etéreo que resultaban sus actos. habiendo ya ignorado al silencio, sólo le prestaban un poco de atención cuando, entre cansadas notas, la conciencia les jugaba una mala pasada. enriqueciendoles, aunque no lo quisieran aceptar...

sábado, 7 de marzo de 2009

y te até los pies















Si pudiera sentarme, en estos momentos, na más tantito cerca tuyo, intentaría decirte calladita, así bien quedito, cuanto quiero gritar esto que siento. Y es que "esto" es tan contradictorio, encierra como en el alma todos los significados significantes -e insignificantes- que pueda albergar un ser humano con sentido.
Pareciera que esto que digo no lo tiene - el sentido,digo- , y las apariencias engañan, pero no siempre. Ahora no, ahora dicen la verdad. esto no tiene ni patas ni cabeza y es lo mejor. Así puedo poner los pies, la cabeza y TODO donde se me antoje.
No, no, no. no seas así, mal pensado. sólo recuerdo cuando estabamos, así lo que se dice, medios peleados ( así como pelean los gatos chicos, sin enojarse) y yo, porfiada absoluta, insistía en que te quedarás un ratito más, como el muchacho de pequeños pies que se debe quedar hasta el albaaa ( y eso va cantadito) y en ese insistir ponía mi cabeza, mi oreja en tus brazos, tu abdomen (que palabra, no?!), tu cuello. Tu mano en mi boca, y escuchaba, en cada uno de tus latidos latinos...
- tienes el corazón en cualquier parte, menos donde debe estar - y por única respuesta recibía una sonrisa nerviosa, porque sabías a que me refería... y yo me reía más aún, porque me hacía la tonta, y me convenía dejarlo hasta ahí.

( ya po, jacinto, ya po... que creo que no tengo toda la vida pa esperarte, pensaba... aunque en el fondo sabía que si era lo necesario, lo haría... que zopilotazo el mio.)


pero no te confundas, no siempre hice lo que más convenía. pero ya sabemos de que hablamos y no tengo ganas de explayar ideales y esas cosas por teorizar. ya tendremos tiempo para eso (¡como si hiciera falta!)

Si pudiera sentarme en estos momentos un poquito más cerca, intentaría decirte calladita, así bien quedito, que se te desafinó el bajo. Jacinto, por dios, lo sé porque cada cuerda que pulsas la siento dentro. Porque si eres músico lo eres del alma, y tú alma ya la tengo en mi. Tu cordado es cada una de mis fibras.

Si en éstos momentos pudiera un poquito más cerca de ti sentarme, de cabeza estaría tratando de amarrar tus pies para desatar tus alas, pa que juntos aprendamos a vooolaaaaaaaaar!!!! (allá donde el sol no es sol, y la luna es tan sólo un leve temblor)
Si pudiera, de ti, un poco más cerca que la vez anterior, sentarme... trataría de ordenarme para no parecer torpe, para que mientras te hable, sobre ti pueda avalanzarme...