lunes, 19 de abril de 2010

Carmín

No se si te escribo porque eres una buena excusa para sacarme de adentro, o si realmente lo que tengo que sacarme de adentro es eso que tengo tan lejos que tengo que escribirle a menudo, como si fuera un ente ficticio que no existe más que en mi surreal inventiva o como un pájaro afuera, que canta y canta, y que me cuesta tanto encontrar su rojo pecho entre el ramaje verde-verde. 

No sé si te escribo porque tengo la leve esperanza de que algún día lejano, como en una historia de libro viejo, pasito a pasito nos demos cuenta de que las cosas que hicimos fueron buenas, y que esto será un buen recuerdo de la incertidumbre, como la lluvia que moja de sopetón y que no evitas porque es como un, no sé, como un mambo de miles de seres así bien pequeños que bailan en ti, y que te han vuelto a la vida. Un recuerdo así. Como en blanco y negro y a contraluz.
Digo "cosas que fueron buenas" pero no me refiero a un concepto moral como tal, o algo digno de gente ilustrada. No soy tan así.
Con bueno me refiero simplemente, y aunque nadie comparta la definición, a que viene de golpe a la memoria y te saca un sonrisa; ya sea por la ridiculez del acto, por la belleza del intento, por el absurdo de las vergüenzas, por el rojo de las miradas, por lo transparente de los miedos, por lo triste de las despedidas, por lo transitorio y a la vez tan eterno del amor. Lo dije alguna vez en otro escrito sin sentido: ese lugar al que llegábamos, esa diezmildimensión que compartíamos sin darnos cuenta.

No se si te escribo por dar cabida a una oportunidad que en silencio espero pa` terminar de decir tantas cosas que se quedaron guardadas en el tintero, ahí con tinta sepia, o si te escribo porque estoy mirando el cielito de mi pieza, como dice congreso,  comienzo a viajar en ese espacio infinito, a creerme estrella y volando bajo llego a los ideales, que palabra tan rebuscada, pero aun no encuentro una mejor para eso que quiero decir. Y bueno, llego ahí, a eso que creo que es lo que más nos une, porque sé que sin saberlo tenemos un pasado muy similar, no en hechos, si no en conclusiones, lo que nos lleva a desear las mismas cosas para el mundo y el universo. Quizá no iguales, pero demasiado en el mismo camino como para hacerse los tontos.

No sé si te escribo, no sé si te escribo. Porque no sé si estoy despierto, Carmencha, no sé nada.
Carmencita, Carmencha, carajo, nenita, Carmela, carmelita mía, no sé si te escribo porque espero de alguna forma encontrarte en un lugar que no sea este que tiene demasiado tres lados y a veces cuatro como para poder albergar tu presencia onírica, o Carmelita por dios, si te escribo para irme contigo.
 
Quiero tu rojo pecho entre el ramaje verde-verde-veleidoso, carmín pecho veleidoso verde-verde-azuloso, no de frío, de distancia. 
 

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